El pasado 5 de noviembre México abrió las puertas al consumo recreativo de marihuana al aprobar la suprema corte el cultivo y el consumo con fines lúdicos para 4 activistas que lo habían reclamado. Aunque ésto no quiera decir que una regulación integral allí sea inminente (de hecho el propio presidente del país no se mostró partidario de ello) sí que pone la primera piedra para que ésta pueda llevarse a cabo. Supondría así un giro de 180º en una política que se había limitado a la lucha armada contra el narcotráfico, guerra que no solo ha demostrado ser inútil sino que, además, se calcula que ha costado ya 150.000 víctimas mortales en los 10 últimos años. Éste es el último avance en la lucha global por la regulación del cannabis. Aunque a día de hoy sólo en Uruguay y en 5 estados de los Estados Unidos existe una regulación integral (Los Países Bajos son caso aparte, ya que el cannabis no está regulado de forma integral, solo está regulada su dispensación en coffeeshops) parece que la tendencia global está virando. La marihuana con fines terapéuticos es legal en bastantes estados de los Estados unidos y también en Canadá, Argentina, Chile, Perú, Países Bajos, Bangladesh y, recientemente, en Colombia.
Así mismo hay varios países que han despenalizado su consumo y posesión en pequeñas cantidades como Corea del Norte, Portugal, Bélgica, Suiza, Rep. Checa, croacia, Argentina o Jamaica (sin que ello signifique que no se pongan multas por ello). Por otra parte no pocos políticos en todos los continentes se han mostrado favorables a, cuanto menos, valorar la posibilidad. Casos sonoros son el de Justin Trudeu, primer ministro de Canadá, que ha asegurado que en 2016 su país será la primera nación del G7 en legalizar la marihuana con fines recreativos. Irlanda va más allá e incluso el jefe de Estrategia Nacional de Drogas se ha mostrado dispuesto a despenalizar tanto el cannabis como otras drogas.
Y en España los líderes de Podemos, Unidad Popular y Ciudadanos se han mostrado favorables, aunque con matices según el partido, a dicha regulación. Pero todo este panorama, aunque debe fomentar un ligero optimismo, debe de matizarse. Por un lado todavía son muchos más los países contrarios a la regulación y el discurso prohibicionista sigue siendo mayoritario. Cuando se escribió este artículo todavía se desconocía el resultado de las elecciones en España, pero mientras siga gobernando el Partido Popular nada va a cambiar. El PSOE aunque no es tan tajante no ha mostrado tampoco ningún tipo de interés en valorar la cuestión. La reciente sentencia del tribunal supremo condenando a los miembros del club Ebers (y las que previsiblemente vendrán) o la también nueva ley mordaza pintan un escenario nada positivo aquí. Será vital en los próximos meses ver cómo van avanzando las iniciativas de regulación autonómicas, como la que propone en Catalunya “La Rosa Verda”. De la misma manera será esencial el trabajo de “Regulación Responsable”, tanto en la evolución del recurso que presentó ante la sentencia del supremo como en el desarrollo de su plan de regulación de cara al 2017.
A nivel global será vital la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) donde se discutirá la eficacia de las políticas de drogas a nivel mundial este 2016. Debemos esperar que se ponga de manifiesto la ineficacia de las políticas prohi- bicionistas y con ello favorecer la paulatina inclusión de políticas reguladoras en diferentes países. Con todo, nuestro papel en todo ello es vital. Las iniciativas de regulación autonómicas dependen de nuestras firmas y de nuestros votos dependerá quién nos gobierne y con ello qué políticas de drogas tendremos. De la misma manera hay que reconocer que la implicación del consumidor en las movilizaciones pro reguladoras es en ciertos momentos decepcionante. Sólo hay que ver l as asistencias multitudinarias de las marchas cannábicas de otros países y la escasa representación que tienen algunas en este país.
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