El rápido despegue de la ‘economía de la marihuana’

El rabino Jeffrey Kahn sabe que su negocio es una inversión a largo plazo. Sólo cuenta con unos 100 clientes registrados, y para que Takoma Wellness (algo así como Bienestar de Takoma) sea rentable, necesita unos 350. «Pero durante mucho tiempo tuvimos menos de 12 pacientes», explica a MERCADOS. Así que hay margen de sobra para la esperanza.

Kahn forma parte de una naciente industria en Estados Unidos: la de la marihuana legal. En total, 19 de los 50 Estados que forman ese país se ha legalizado el uso del cannabis con fines medicinales. Aparte, los Estados de Washington y Colorado lo aceptan con fines recreativos, de forma similar al alcohol. El ayuntamiento del Distrito de Columbia, que es la peculiar unidad administrativa en la que está la ciudad de Washington (no el Estado), aprobó la marihuana con fines medicinales en 2009.

Pero los ciudadanos de Washington tienen un estatus de segunda en el país cuya capital albergan, dado que la última palabra de lo que pasa en la ciudad la tiene el Congreso de EEUU, en cuyas elecciones, encima, ellos no pueden participar. Eso hizo que hasta 2011 el uso de la marihuana en el Distrito de Columbia no fuera legal. Y que el dispensario del rabino Kahn no recibiera licencia para abrir hasta 2013. Sus actividades están limitadas porque en Washington sólo se puede vender marihuana como cuidado paliativo para cuatro dolencias: sida, cáncer, glaucoma y espasmos musculares como los que suelen aparecer cuando se sufre esclerosis múltiple.

Además, apenas hay tres establecimientos que cultivan marihuana de forma legal. Y es ilegal adquirir ese producto o sus derivados de otro Estado, porque el cannabis es ilegal a nivel federal. O sea: es una situación esquizofrénica desde el punto de vista regulatorio, ya que el cannabis es legal a nivel estatal, pero un delito a nivel nacional. Es como si estuviera autorizado en varias autonomías pero prohibido en toda España. Eso hace que, si quieren, las autoridades federales puedan detener ahora mismo a Jeffrey Kahn por hacer algo que cuenta con todas las autorizaciones de su jurisdicción local.

Sin embargo, y pese a todos esos controles, el 82% de los estadounidenses apoya la despenalización de la marihuana para uso médico, y es probable que el Distrito de Columbia adopte en junio una nueva regulación más permisiva, y que el Congreso no se inmiscuya. Es parte de un proceso que está creando una economía de la marihuana en EEUU. Según la consultora especializada en el sector Arcview, el mercado del cannabis alcanzará los 1.700 millones de euros (2.340 millones de dólares) este año, y seguirá creciendo hasta los 7.440 millones de euros (10.200 millones de dólares) en 2019.

Incertidumbre regulatoria

El hecho de que haya ya hasta consultoras especializadas en análisis de mercado de la marihuana indica que este mercado está creciendo de forma imparable. Pero las dificultades de Kahn para mantener a flote su establecimiento también ponen de manifiesto las incertidumbres regulatorias de un sector que ha sido tradicionalmente parte de la economía informal y que, además, no tiene un estatus legal definido en EEUU.

Sin embargo, el peso económico de esta actividad es cada día más visible. Y es que la economía de la marihuana no se ciñe a la planta y a las ventas de sus productos. También abarca abonos, fertilizantes, sistemas de regadío, alquiler de terrenos, sistemas de distribución y hasta fabricación de envases.

Esta expansión de la economía de la marihuana también ha desencadenado el interés inversor. Es algo normal en un país como EEUU, en el que entre el 45% y el 52% de la población -según se crea al Centro Pew, que es una institución sin ánimo de lucro, o a la consultora Galluop- posee títulos de renta variable. Claro que esas cifras son engañosas. Porque, en realidad, sólo el 20% de los estadounidenses tiene acciones directamente, no a través de un plan de pensiones de empresa o de un fondo de inversión.

Penny Stocks

Y, debido a la caótica regulación, las empresas que operan en el mercado de la marihuana no son atractivas para los inversores institucionales, es decir, los fondos de pensiones y de inversión, los bancos, los hedge funds, las aseguradoras y los vehículos de inversión. Eso limita de forma drástica la capacidad de las empresas para obtener financiación, y las condena a cotizar en mercados alternativos pequeños y con poca liquidez. En la práctica, la mayor parte de las empresas del sector de la marihuana son los que se llama penny stocks (acciones de centavos), en las que un gestor profesional no invertiría salvo que estuviera, precisamente, colocado, o tuviera un interés especial en arruinar a su cliente.

¿Qué es un penny stock? Exactamente lo que vende Jordan Belfort -el personaje encarnado por Leonardo DiCaprio-en la película El lobo de Wall Street. Es una acción que vale menos de 5 dólares (3,65 euros) y no cotiza en ningún gran mercado, como el NYSE y el NASDAQ. Por consiguiente es, a menudo, una fórmula poco sofisticada de fraude, destinada a captar dinero de inversores con poca formación financiera que lo pierden todo. Es algo que no se ve en El lobo de Wall Street, donde la acción se centra en las orgías y drogas de Belfort.

Pero, en la vida real, los penny stocks son, a menudo, una estafa. El viernes, el regulador del mercado en Estados Unidos, la SEC -equivalente a la CNMV española- advirtió en un comunicado que los casos de fraude por pequeñas empresas especializadas en cannabis se están multiplicando, y suspendió temporalmente la cotización de la empresa de Colorado FusionFarm. Es la quinta compañía del sector que ha sido suspendida cautelarmente en apenas dos meses. Aunque la tendencia parece imparable, todavía queda mucho en EEUU hasta que se cree un mercado de la marihuana.

FUENTE. http://www.elmundo.es/economia/2014/05/18/53767ff6e2704e90208b4583.html

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