SOBRE SENTENCIAS Y ROSAS VERDES

Vivimos tiempos revueltos en España por muchos motivos, la lucha por la regulación de los usos del cannabis es uno de ellos. Por una parte cada vez más personas y colectivos abogan por un trato diferente, tanto respecto al estatus legal de la planta como para sus consumidores. La ola verde que se expande por todo el mundo (Uruguay, Estados Unidos, México, Canadá…) está demostrando que es imparable. Así, representantes de varios partidos políticos, como Podemos, Ciudadanos o Izquierda Unida ya han mostrado su voluntad de tratar el tema, cada uno con sus matices, pero con aparente voluntad de realizar cambios. También vimos como en enero se presentó con éxito en el parlamento catalán -con más de 67.000 firmas- la ILP de La Rosa Verda, que busca regular las asociaciones cannábicas en Cataluña. La iniciativa tiene el apoyo de todos los grupos del hemiciclo, a excepción del PP, y los responsables están seguros de que prosperará, aunque en los lentos plazos correspondientes.

Pero aunque prospere y los grupos políticos lleguen a un quorum y redacten una normativa es más que posible que se den de bruces contra el muro estatal. Porque el problema que tenemos en España no es baladí, se encuentra en el, hasta ahora (la situación de gobierno sigue sin estar clara cuando se ha escrito este artículo), gobierno central. Y es que el PP sigue enclaustrado en el discurso simplista de “las drogas son malas” sin ver más allá. Y lo que es peor, los politizados tribunales supremo y constitucional les siguen el juego.Sin títugfdgdfgfdzx

En los últimos meses se ha puesto de manifiesto (aunque no era ningún secreto) la no separación de poderes en este país. El tribunal supremo lejos de ser independiente está claramente controlado por la mayoría parlamentaria que gobierna en cada momento. Y eso es poco menos que un atentado contra nuestra libertad, por lo menos la judicial. Tres sentencias del supremo contra los clubes cannábicos lo demuestran, las de los clubes Ebers, Three Monkeys y Pannagh, con resultados idénticos: condenas de cárcel y exageradas multas para sus dueños.

Aún cuando diferentes tribunales provinciales habían absuelto de los cargos a los miembros de las tres asociaciones, el supremo, al cual habían llegado nuevamente debido a que la fiscalía en todos los casos recurrió la sentencia, les condenó. Muchas irregularidades hay en las tres sentencias condenatorias, la más obvia es que se ha hecho un corta pega para los tres casos, lo que demuestra que ni si quiera los han estudiado detenidamente por separado. Pero por encima de todo pesa el hecho de que la condena es ideológica, no se puede considerar tráfico de drogas o delito contra la salud pública la actividad compartida de una asociación, si ésta es llevada de manera correcta (como es el caso de las tres condenadas). Y es que es un sinsentido condenar a una asociación por delito contra la salud pública cuando estamos hablando de clubes que son específicamente privados.

Con todo, las sentencias corren el peligro de crear jurisprudencia, es decir, que ahora otros tribunales provinciales o autonómicos pueden utilizarlas para condenar a otros clubes. Así que la situación es muy crítica y hay quien habla del fin del modelo asociativo español. Veremos en qué acaban los diferentes recursos presentados por las sentencias. Pero toda esta situación de inseguridad jurídica viene derivada de la alegalidad que vive el sector en España. La ley no es demasiado concreta.

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El consumo privado está permitido, y de eso se nutren las asociaciones, que utilizan cultivos compartidos, pero los límites de ese cultivo compartido no están claros. Todo es manifiestamente ambiguo y se deja a la interpretación que cada juez pueda hacer de cada caso, y si el tribunal es el que es, pasa lo que ha pasado. La única solución es cambiar la ley. Es así de sencillo y complicado. Por eso es tan importante que el discurso vaya cambiando entre algunos sectores políticos. Por eso es tan importante que las ILP vayan prosperando, que iniciativas como regulación responsable vayan ganando apoyos, que nosotros, los consumidores, alcemos la voz y nos organicemos, presionemos. La inercia de la ola verde va a nuestro favor, pero hay que saber aprovechar el impulso, y hay que hacerlo con cabeza y convicción. En el lado bueno, parece que el PP no volverá a gobernar en esta nueva legislatura, ¿seremos capaces de aprovecharlo para cambiar las cosas?

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